La nostalgia de lo natural en la ciudad

El diseñador Martín Azúa habla sobre el origen natural de sus creaciones y los materiales que nos rodean

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La cultura material y tecnológica desarrollada por los seres humanos es una manifestación de la naturaleza, como lo son las habilidades de plantas y animales para sobrevivir y generar comunidades. Quizás nuestro problema proviene de no querer reconocernos como naturales y ver nuestro entorno como algo aparte, desconectado de una realidad natural.

Mancha Natural del diseñador Martín Azúa
Mancha Natural de Martín Azúa

Mi idea de felicidad tiene un imaginario relacionado con la naturaleza, debido seguramente a que me crié en el campo. Por muy atractivo y sofisticado que sea un entorno “artificial”, o incluso las imágenes virtuales de mundos increíbles donde todo es posible, nada de esto puede igualar a las sensaciones que percibo en un paseo por el bosque. Quizás esto se deba a que mi relación con el bosque es muy sensorial, en él soy un poco animal o planta, siento una conexión de pertenencia, de formar parte de algo.

Desde hace algunas décadas soy un urbanita nostálgico de lo natural. Además, por mi profesión de diseñador me dedico a crear productos que configuran este entorno “artificial», desconectado de la naturaleza. Por eso en muchos proyectos, sobre todo en los más personales, intento recuperar una relación de sintonía con la naturaleza.

 

Árboles y musgo: la mancha natural
Árboles y musgo: la mancha natural de Martín Azúa

El primer proyecto en el que se reflejó este interés fue la “Mancha Natural”. En 1999 abandoné jarrones de cerámica porosa en el río Urrederra, en Navarra, para recoger la mancha natural. Sólo quería evidenciar el poder de la naturaleza para colonizar lo artificial. Siempre me habían intrigado las imágenes románticas de ruinas de ciudades perdidas cubiertas de vegetación.

Mancha natural en el espacio urbano - jarrones de Martín Azúa
Jarrones con mancha natural de Martín Azúa

El ser humano es capaz de transformar espacios naturales en ciudades, pero la naturaleza comienza un trabajo muy constante de recuperación que no llegamos a percibir; su tiempo es mucho más lento que el nuestro. Un aspecto que se puso en evidencia en este proyecto fue que la mancha natural estaba ligada al entorno en que había sido creada; cuando transporté los jarrones a Barcelona la mancha murió. La vida está ligada a ecosistemas y entornos locales. Algo muy alejado a nuestra tendencia globalizadora, donde los recursos y soluciones se utilizan de manera universal. Más adelante apliqué este concepto a revestimientos arquitectónicos para que los edificios tuviesen la capacidad de ser colonizados y mimetizarse con el entorno natural.

Otro proyecto en esta dirección fue “manantial”; unos recipientes de barro poroso que, mediante el filtrado a través de grava, plantas y el propio barro, devuelven al agua su “karma” natural; emulando su ciclo natural, como cuando bebemos el agua de un manantial filtrada por el bosque. Se trata de un proyecto simbólico para tomar conciencia de cómo podemos interactuar con la naturaleza con tecnologías muy básicas.

Más recientemente he comenzado a recoger piedras y ramas que integro en jarrones de cerámica. En ellos de alguna manera la naturaleza se representa a sí misma, siguiendo una tradición decorativa con motivos naturales, plantas, paisajes y animales.

Naturaleza en el entorno urbano, obra de Martín Azúa
Jarrones con piedras

Quizás uno de los aspectos que más nos acerca a la naturaleza es reconocer el origen natural de los materiales que nos rodean en el espacio urbano. Me gustan especialmente los materiales poco transformados que conservan el tacto, la temperatura, el olor y el color de los materiales naturales. En este sentido, la cerámica, la madera y las fibras naturales tienen una especial capacidad evocadora. Cuando recibimos en el estudio una alfombra de esparto o yute huelen a campo, son parte de un paisaje. Es posible recuperar una conexión con lo natural, siendo conscientes de que somos naturales y que lo que nos rodea debe estar en armonía con la naturaleza.

La ciudad puede ser entendida como una manera natural de vivir en comunidad, racionalizando recursos y siendo consientes de los límites. En la naturaleza rige un principio de economía en el uso de materiales y energía que tenemos que aplicarnos. No se trata de renunciar a la innovación, sino de entenderla en clave de progreso, en un sentido amplio que contemple las personas y el medioambiente.

*Fotografía principal: Jarrón rojo con piedra y madera de Martín Azúa.

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