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La naturaleza de la arquitectura
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02/06/23
- Tendencias en diseño

La historia del humano puede ser narrada desde la perspectiva de cómo habitamos el planeta. Resulta compleja la separación taxativa de lo natural y lo artificial, ya que el ser humano es parte y producto del mundo y su naturaleza, pero para fines prácticos podemos definir a lo artificial como modificación del humano. Nuestra condición es construir (transformar) para habitar, y la paradoja de esa condición es que tenemos que destruir para construir. Por ende, nuestra relación con el medio en el que habitamos es, de cierta forma, instrumental. En esto radica nuestro principal problema.
Es posible identificar las diferentes aproximaciones a la relación entre la naturaleza y la arquitectura, entendida finalmente como artificio y modificación de lo natural. A lo largo de la historia, la arquitectura ha ido impregnando los valores colectivos de cada época, convirtiéndose en un manuscrito del conocimiento y las intenciones que se han querido plasmar. Reiteradamente, fuimos testigos de la voluntad de replicar la imagen de lo natural en lo artificial.

Los capiteles del orden corintio, el motivo del art nouveau o el rococó presentan representaciones directas del mundo natural en lo construido, a modo de decoración o ambientación. Los estudios estructurales de Gaudí, Frei Otto o Heinz Isler son representaciones directas de lógicas físicas encontradas en el mundo natural. Si la intención es replicar figurativamente una imagen espacial, vemos esfuerzos por recrear situaciones basadas en contextos naturales, como lo es un bosque, en la configuración repetitiva de elementos verticales como en la Villa Mairea de Alvar Aalto o el KAIT de Junya Ishigami, o la sombra de las palmeras en el Louvre en Abu Dhabi de Jean Nouvel.
Por otro lado, el contraste entre la línea recta, producto de la razón humana y opuesta a la lógica natural, con la espontaneidad orgánica supuso un quiebre distintivo que terminó consolidando la separación entre la manifestación de la acción humana y lo natural. Basta ver una imagen aérea o satelital para identificar cualquier intervención humana. Este fenómeno se debe a que a través de la geometría encontramos la manera de organizar el espacio y las funciones, transformando así un territorio orgánico e irregular en una retícula clasificada en números y nombres.
Posiblemente el movimiento moderno represente mejor la voluntad de abstraerse, no sólo del medio, sino de la narrativa histórica. Esta contraposición del artificio acompañó la época de mayor crecimiento urbano de la historia y derivó en la construcción de entornos despojados del vínculo con lo natural, no necesariamente por un leitmotif, sino por la falta de consideración o importancia de conciliar lo que ya existe, el mundo natural, con lo que está por existir, que es el proyecto.

La crisis actual, predominantemente medioambiental, nos instiga a replantear la ética de nuestra disciplina y demuestra el compromiso y la responsabilidad que exige la arquitectura como herramienta de transformación del medio en el que vivimos. Sin el respeto por las preexistencias naturales, la piscina das Marés en Leça da Palmeira de Álvaro Siza Vieira hubiese sido una imposición en el paisaje. Sin la integración de la cascada y las piedras del sitio, la casa Kaufmann en Mill Run de Frank Lloyd Wright habría sido un objeto abstraído de su contexto. Un claro ejemplo local de la simbiosis entre arquitectura y naturaleza es la casa Ara Pytu de José Cubilla, en donde lo construido es inextricable del entorno, y en donde la vegetación prolifera en todas las direcciones: adentro, afuera, arriba y abajo.
En la Caja de Tierra y la Casa Intermedia intentamos plasmar este espíritu de consideración de las condicionantes existentes del sitio. La relación con lo natural no se reduce únicamente al respeto por la vegetación existente, sino que incluye a los distintos factores bioclimáticos, como la luz natural, la ventilación, la utilización de materiales locales y naturales, como la tierra y la madera, que, a su vez, suponen una huella de carbono reducida, disminuyendo el impacto de la construcción.

Pero es posible planificar también esa integración entre la arquitectura y la naturaleza. La casa de vidrio de Lina Bo Bardi demuestra que el tiempo puede ser un elemento importante del proyecto, entendiendo que: «Un jardín no es un objeto, sino un proceso». (Ian Hamilton Finlay) Que distinta es la casa en los registros fotográficos de la década de los 50 con la experiencia actual de sumergirse en la exuberante mata atlántica.
Este proceso de construir un jardín, o varios, se convirtió en el recurso proyectual del Centro de la Primera Infancia, que se implantaba en un terreno vacío, sin vegetación ni sombras aledañas. Esta creación de pequeños patios permitió que la disposición de los programas construya una relación directa con la naturaleza, que con el pasar de los años se convertirá en la protagonista del espacio.
Inevitablemente, ese complemento entre lo construido y lo natural dota a la experiencia arquitectónica la dimensión del tiempo. Tiempo que es marcado con el crecimiento de la vegetación, el caer de las hojas, la humedad, el viento y los sonidos, la luz y la sombra, los colores y los olores. En países donde las estaciones están marcadas con mayor precisión, la vegetación puede convertirse en un reloj estacional.

Si estudiamos las construcciones vernáculas, o la «arquitectura sin arquitectos», como nombraba Bernard Rudofsky a su exposición en el MoMA de 1964, lograremos aprender de las profundas enseñanzas que nos ofrecen esos espacios de vida relacionados directamente al entorno, a las lógicas constructivas con materiales locales, a las consideraciones bioclimáticas y a las respuestas más sensatas con el menor impacto posible. Esto se traduce en una respuesta consciente, accesible y pertinente al problema del habitar. Hoy, más que nunca, se vuelve relevante valorizar el conocimiento ancestral, utilizando las herramientas del presente para proyectar un futuro en donde logremos conciliar el equilibrio entre la acción del ser humano y el planeta que habitamos.
Imagen principal: Casa Intermedia, Asunción, Paraguay, 2021, Equipo de Arquitectura. Photo © Federico Cairoli